viernes, 2 de julio de 2010

La casa de los espíritus_Julio

"Allí la casa perdía su señorial presencia y empezaba el desorden de las perreras, los gallineros y los cuartos de los sirvientes. Mas allá estaba la caballeriza, donde se guardaban los viejos caballos que Nívea todavía usaba, a pesar de que Severo del Valle había sido uno de los primeros en comprar un automóvil. La puerta y los postigos de lacocina y el repostero estaban cerrados. El instinto advirtió a Clara de que algo anormal estaba ocurriendo adentro, trató de asomarse, pero su nariz no llegaba al alféizar de la ventana, tuvo que arrastrar un cajón y acercarlo al muro, trepó y pudo mirar por un hueco entre el postigo de madera y el marco de la ventana que la humedad y el tiempo habían deformado. Y entonces vió el interior.
El doctor Cuevas, ese hombrunazo bonachón y dulce, de amplia barba y vientre opulento, que la ayudó a nacer y que la atendió en todas sus pequeñas enfermedades de la niñez y sus ataques de asma, se había transformado en un vampiro gordo y oscuro como los de las ilustraciones de los libros de su tío Marcos. Estaba inclinado sobre el mostrador donde la Nana preparaba la comida. A su lado había un joven desconocido, pálido como la luna, con la camisa manchada de sangre y los ojos perdidos de amor. Vio las piernas blanquísimas de su hermana y sus pies desnudos. Clara comenzó a temblar. En ese momento el doctor Cuevas se apartó y ella pudo ver el horrendo espectáculo de Rosa acostada sobre el mármol, abierta en canal por un tajo profundo, con los intestinos puestos a un lado, dentro de la fuente de la ensalada. Rosa tenía la cabeza torcida en dirección a la ventana donde ella estaba espiando, su larguísimo pelo verde colgaba como un helecho desde el mesón hasta las baldosas del suelo, manchadas de rojo. Tenía los ojos cerrados, pero la niña, por efecto de las sombras, la distancia o la imaginación, creyó ver una expresión suplicante y humillada. Clara, inmóvil sobre el cajón, no pudo dejar de mirar hasta el final. Se quedó atisbando por la rendija mucho rato, helándose sin darse cuenta, hasta que los dos hombres terminaron de vaciar a Rosa, de inyectarle líquido por las venas y bañarla por dentro y por fuera con vinagre aromático y esencia de espliego. Se quedó hasta que la rellenaron con emplastos de embalsamador y la cosieron con una aguja curva de colchonero. Se quedó hasta que el doctor cuevas se lavó en el fregadero y se enjugó las lágrimas, mientras el otro limpiaba la sangre y las vísceras. Se quedó hasta que el médico salió poniéndose su chaqueta negra con un gesto de mortal tristeza. Se quedó hasta que el joven desconocido beso a Rosa en los labios, en el cuello, en los senos, entre las piernas, la lavó con una esponja, le pudo su camisa bordada y le acomodó el pelo, jadeando. Se quedó hasta que llegaron la Nana y el doctor Cuevas y hasta que la vistieron con su traje blanco y le pusieron la corona de azahares que tenía guardados en papel de seda para el día de su boda. Se quedó hasta que el ayudante la cargó en los brazos con la misma conmovedora ternura con que la hubiera levantado para cruzar por primera vez el umbral de su casa si hubiera sido su novia. Y no pudo moverse hasta que aparecieron las primeras luces. Entonces se deslizó hasta su cama, sintiendo por dentro todo el silencio del mundo. El silencio la ocupó enteramente y no volvió a hablar hasta nueve años después, cuando sacó la voz para anunciar que se iba a casar."

Fragmento de "La Casa de los Espíritus" de Isabel Allende.

Leí este libro hace casi dos años (inclusive me acuerdo que fui a comprarlo con Pato jaja). El otro día lo releí y pensé que se merecía una mención acá, ya que fue una de las lecturas que más me emocionó y transportó hacia otra época donde seguramente yo hubiera sido una terrible persona. Desde mi punto de vista, la identificación personal fue bastante grande (tal vez no suceda para todos), pero hay que reconocer que Isabel tiene la característica de presentar a cada personaje como si fuera parte de la vida diaria de uno mismo, inclusive hasta el detalle mínimo que no nos interesa saber. La narración está muy bien ubicada historicamente, y la redaccción es perfecta.

Aviso previo: es un punto medio entre el optimismo y el pesimismo, y no vean la pelicula con Meryl Strip, Jeremy Irons, Antonio Banderas y Winona Ryder porque es muy mala.

2 comentarios:

  1. No, a mi tampoco me gustan las formas en que consiguió las cosas. Pero si muchas de las cosas que consiguió.

    En la política, el fin suele justificar los medios.

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  2. La película es pésima, peor que 'De amor y de sombra' otra adaltación yanqui de un libro de la misma autora.

    Saludos

    J.

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