viernes, 18 de diciembre de 2009

En el espejo

La respuesta está en esas cosas que me hacen pensar cada día más lo simple que es mi mundo.
Me miré durante 6 minutos al espejo, sin hacer nada. Siempre poniendome rimel, arreglandome el pelo, rascandome la mejilla, escondiendo mi flequillo.
Me tomé el tiempo de observarme detenidamente sin nada de esas cosas decorativas.
El Pelo estaba en un rodete alto con muchos pelos fuera de lugar y algunos lacios que caían por la espalda. La vincha de plástico solo sostenía unos pelos rubios rojizos, ni siquiera castaños. Las pestañas estaban caídas, y la mancha roja que siempre tengo en la mejilla estaba acentuada por el calor, tenía un buen bronceado. Los rasgos eran bastante parecidos a los de mis viejos, tales como la nariz, los ojos, y la carota redonda. La famosa sonrisa que no se cae para las fotos, y la ceja un poco más alta que la otra. Una picadura en el cuello muy molesta. Los labios se secaban cada menos de un minuto, estaban como hinchados, no de rojo, una mezcla rara entre rosado y borgoña. La Nariz estaba como siempre, pero las ojeras un poco más marcadas, violetas y los pómulos rosados como si tuviera verguenza. Los ojos estaban en algún color raro, no el verde depresivo que generalmente tengo.
En fin...


Estaba encantadoramente deforme, como siempre.



Sol Ochoa.

2 comentarios:

que decis?